Tras la estela de la sostenibilidad

La aviación comercial, responsable del 2% de las emisiones mundiales de CO2, y diferentes actores del sector se han propuesto liderar un plan que les compromete a conseguir la descarbonización en 2050. Veamos en este artículo los principales estudios y planes de acción.

La aviación comercial fue uno de los primeros colectivos en unirse para afrontar los retos del cambio climático, conscientes de que es necesario conseguir neto cero —no sumar nuevas emisiones a la atmósfera— y evitar que la temperatura media del planeta aumente debido al efecto invernadero que ocasionan los gases al no dejar escapar el calor.

Repasaremos aquí los planes de acción de instituciones internacionales y gubernamentales que, en conjunto, tratan de frenar y reducir las emisiones de CO2, y sobre todo la nueva mentalidad que impulsa a la industria.

Foto de Arkin Si

Una avión visto desde abajo. Foto de Arkin Si

Los nuevos aires que se respiran

Aunque nuestra primera intención es la de divulgar, también nos mueve la de generar entusiasmo a otros los niveles. Desde la industria aeronáutica se percibe que se ha puesto en marcha una tormenta perfecta de innovación en tecnología y en apoyo de las instituciones en forma de inversiones para encontrar nuevas formas de energía limpias.

El resultado será el avión del futuro. Les mueve la ilusión de saber que está en sus manos darle forma y que supondrá una transformación del mundo tal y como lo percibimos hoy.

Encontrar la fórmula para reducir el CO2 ha generado una nueva pasión que ahora mismo mueve cada uno de los proyectos que se abordan. Porque siempre han sido pioneros en encontrar soluciones, pero además, ahora, lo serán de una forma sostenible.

La pandemia Covid-19 les hizo poner los pies en la tierra y percibir una dosis inesperada de realidad: la industria se pensaba eterna e inquebrantable y sufrió un duro golpe en forma de inestabilidad y aplicación de ERTEs, además de un debilitamiento de la cadena de suministro y sus empresas proveedoras de servicios. Se cerraron las fronteras y apenas había actividad y se tradujo en cancelaciones de pedidos. La industria aún no se ha recuperado del todo, y esto les está haciendo resurgir con más fuerza, han iniciado su recuperación siendo conscientes de que nada es para siempre, y esto provocó un cambio. Una nueva forma de hacer las cosas con metodologías emprendedoras y de entorno start-up, más inestable, que se traduce en una mayor agilidad y menor burocracia. Todo esto impulsado por una omnipresente digitalización.

Se da por hecho que se conseguirá que los aviones sigan conectando lugares y moviendo personas. Las nuevas soluciones cambiarán la forma de vida actual, la forma de volar como ahora se conoce. Sin duda un reto apasionante y a la vez una necesidad acuciante, que debe conseguir parar en la medida de lo posible el calentamiento paulatino del planeta.

Paso a paso hasta llegar a 2050: fecha objetivo de la descarbonización en el sector aeronáutico.

La estela

Todo ha arrancado esta mañana, al abrir la ventana y escuchar el sonido de las turbinas de un avión que sobrevolaba mi casa. Al mirar al cielo pude ver la larga línea que dejó a su paso: la estela. Sabemos que está producida principalmente por la condensación del vapor de agua que emiten los motores, pero estos además expulsan otros gases y partículas, entre ellos el dióxido de carbono (CO2) que tanto nos ocupa.

En 2015 en la COP21 de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, nació el Acuerdo de París donde se estableció el compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), especialmente las de dióxido de carbono (CO2) que suponen dos terceras partes del total de los GEI emitidos a la atmósfera. Le sigue de lejos el metano. ¿Con qué fin queremos reducir las emisiones? Para mantener el calentamiento global por debajo de 2 °C, preferiblemente a 1,5 °C, respecto a la temperatura que había en épocas anteriores a la Revolución Industrial. Porque en la segunda mitad del siglo XVIII es cuando había equilibrio en el ciclo del carbono de la Tierra: la naturaleza y otros organismos se las apañaban por sí solos para absorber tanto dióxido de carbono como el que se emitía.

Si se produjera un aumento medio de 3 °C respecto a la temperatura media de entonces las consecuencias serían catastróficas e irreversibles para el planeta. El tiempo se agota y es necesario, podemos decir que extremadamente urgente, buscar soluciones.

Lo dicen investigaciones científicas y socioeconómicas revisadas y puestas en común por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) que fue creado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (OWM) en el seno de la ONU.

Para superar este reto y evitar una degradación del medio ambiente, encontramos diferentes estrategias y acuerdos tanto de los gobiernos como de instituciones de diferentes sectores, entre ellos el aeronáutico, responsable de conectar la economía mundial y proporcionar millones de puestos de trabajo.

Una mujer trabajando en la industria de la aviacion

Una mujer trabajando en la industria de la aviación. Foto de Library of Congress (USA) en unsplash

Un repaso a la historia. Hechos y cifras en la industria de la aviación.

Hay que remontarse a 2008. Fue entonces cuando por primera vez la industria de la aviación comenzó a buscar soluciones de forma conjunta y global y acordó una ruta de acción climática para todo el sector.

Se basaba en tres objetivos: corto, mediano y largo plazo.

  • Corto. Quiso empezar por una mejora de la eficiencia del combustible de un 1,5% de media anual, en el plazo que comprendía de 2009 a 2020. No lo consiguió. Llegó a un 2%. La solución principal que aplicó fue la introducción de nueva tecnología: sustituir los aviones más antiguos por otros más eficientes.
  • Medio plazo. El objetivo que se planteó fue estabilizar las emisiones netas de CO2 de la aviación a los niveles existentes en 2020. La medida establece que haya un crecimiento neutro en carbono, y esto ¿cómo se consigue? Por un esquema de compensación (offsetting): mediante la inversión económica en un proyecto ambiental por la cantidad de GEI que la industria no ha sido capaz de reducir ni aplicando mejoras tanto tecnológicas, como de métodos de producción e infraestructuras, ni mediante el uso de combustibles de aviación sostenibles (SAF). Por ejemplo, adoptando acuerdos de financiación por compensación como CORSIA EU ETP.
  • Largo. Se propuso por primera vez reducir a la mitad las emisiones netas de CO2 para 2050 en comparación con lo que eran en 2005. Ahora sabemos que no será suficiente si no se consigue que se eliminen del todo para esa fecha: Neto Cero.

En épocas recientes encontramos un nuevo ejemplo de este esfuerzo común por conseguir nuevos objetivos, más ambiciosos, por parte de los diferentes actores de la industria del transporte aéreo. Está recogido en el reporte Waypoint 2050, que desarrolla las estrategias sugeridas por el Grupo de Acción del Transporte Aéreo (ATAG, por sus siglas en inglés), que aúna a los operadores de aeronaves comerciales, aeropuertos, proveedores de servicios de navegación aérea y fabricantes de aeronaves.

Otro, de gran importancia, lo encontramos en la puesta en marcha por la Comisión Europea del Pacto Verde. Entre sus pretensiones: conseguir posicionar a Europa como una economía moderna que sea más eficiente en el uso de sus recursos, basándose en dejar de producir emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050.

En este marco, y en lo que respecta a la aviación, fue presentada en 2021 la iniciativa «Destination 2050: A route to net zero European aviation«. Y ligada a esta iniciativa, un año después, en febrero de 2022, se firmó el acuerdo europeo público-privado más reciente, y sin precedentes a nivel mundial; la Declaración de Toulouse. Ratificado durante la Cumbre Europea de la Aviación por 37 países y alrededor de 150 grupos empresariales de la industria, el acuerdo pretende lograr para 2050 la neutralidad en carbono, que la huella en la atmósfera sea equivalente a cero; en lo que al transporte aéreo se refiere.

Estos diferentes reportes y declaraciones, ponen de manifiesto que en la carrera a largo plazo de la aviación hacia la descarbonización en 2050, los esfuerzos se dirigen a una transición que deje atrás los combustibles fósiles y que potencie los avances tecnológicos, porque se prevé que las mejoras en las tecnologías de los aviones y motores logren reducciones de emisiones del 37% hasta 2050.

Pero antes de llegar hasta ahí, es fundamental empezar a reducir emisiones en el corto plazo. Para 2030, en línea con el nuevo objetivo climático de la UE, las emisiones netas de CO2 de los vuelos en el continente se reducirán en un 55% en comparación con los niveles de 1990 mediante una combinación de diferentes escenarios. Los siguientes:

  • En primer lugar encontramos la renovación de la flota, hacer previsiones del crecimiento del tráfico aéreo, mejoras operativas y de infraestructuras aeroportuarias.
  • En cuanto a los escenarios de medidas económicas destacan el Sistema de comercio de derechos de emisión (ETS) de la UE, para 2030. Y los sistemas de compensación de los GEI producidos por la aviación en otros sectores que hemos citado antes.
  • Conseguir un combustible de aviación sostenible, el denominado SAF, que podría conseguir una reducción del 34% de las emisiones.

Pues este es el tema en el que nos centraremos en nuestro siguiente capítulo. ¿Qué es el SAF?¿Qué consecuencias traerá aplicarlo al 100%?

Enlaces útiles a las alianzas de toda la industria aeronáutica para abordar y entender los ambiciosos objetivos y planes de acción del cambio climático:


Crédito de la foto de cabecera: «La estela de un avión y la luna». Foto de Pablo Varela.