Legislación. Derecho a reparar.
¿Qué es el «derecho a reparar»? La Unión Europea lo llama: «Hacia un mercado único más sostenible para las empresas y los consumidores«. El resumen de ambas definiciones es el mismo. Se obliga a fabricantes a desarrollar productos cuya esperanza de vida sea mayor, es decir, se siguen abriendo puertas hacia una economía circular de verdad.
Hago en este punto una primera parada. La Unión Europea publica todas sus resoluciones en varios idiomas. Si queréis revisar el contenido de esta importantísima resolución, podéis acudir a su contenido en español en el siguiente enlace:
👉 Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor. Ponente: David Cormand.
En esencia, esta norma obliga a los fabricantes a extender la vida útil de un producto hasta los 10 años. No quiere decir que necesariamente se disponga de garantía durante ese periodo, pero sí se regulará el uso de determinados componentes para que se pueda tener acceso a ellos (y a su sustitución) durante ese periodo de 10 años.
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Las motivaciones que sustentan esta norma son, para nosotros, lo más destacable de la misma. Se trata de una serie de pilares de compromiso sobre un camino que lleva tiempo recorriéndose y que ahora sí, parece que sin posibilidad de ser desandado. Destacamos de entre estas motivaciones la «Lucha contra la obsolescencia programada y derechos del consumidor» y «Estrategias de reparación», donde se contempla que se establezca el derecho a la reparación proporcionando a los agentes del sector de la reparación, incluidos los talleres de reparación independientes, y a los consumidores acceso gratuito a la información necesaria sobre la reparación y el mantenimiento, en particular la información sobre herramientas de diagnóstico, piezas de recambio, programas informáticos y actualizaciones necesarias para realizar reparaciones y mantenimiento, teniendo en cuenta al mismo tiempo los imperativos en materia de seguridad de los consumidores, sin perjuicio de lo dispuesto en la Directiva (UE) 2016/943.
Igualmente, digno de mención el punto «Estrategia global hacia una economía de la reutilización», donde se asume el fin del compro/uso/tiro para pasar a un concepto ya definido, pero con insuficiente calado todavía en nuestro día a día, la economía circular.
Motivaciones
Durante la fase de motivaciones, se ofrecen datos que apuntalan la necesidad de incluir nueva legislación al amparo de la sostenibilidad que debe regir todos los procesos industriales y de consumo. Como ejemplo cabe destacar la huella de carbono que deja la fabricación de teléfonos inteligentes. En este primer párrafo se confronta claramente el capitalismo de consumo con un capitalismo (necesario, en cualquier caso) circular y limitado a una necesidad real, y no impuesta por el mercado: Nuestro modelo económico se basa en un sistema de consumo excesivo, que anima a los productores a favorecer una sustitución desenfrenada de los productos debida a una obsolescencia prematura. Dado que la mayor parte de las emisiones de carbono de nuestros productos tiene lugar durante la producción, es fundamental repensar nuestro sistema de producción y realizar la transición a unos productos verdaderamente sostenibles.
El ejemplo que podemos leer a continuación nos resulta, cuanto menos, sorprendente:
El caso de los teléfonos inteligentes es flagrante: un 80 % de la huella de carbono del aparato se genera durante su fabricación, y solo el 15 % de los teléfonos se recogen y se reciclan al final de su vida útil. La implantación de una economía circular empieza ya en el diseño de los productos.
Conclusiones
A lo largo de toda la fase de motivaciones no se deja títere con cabeza. Se lanzan dardos contra la administración pública de cada país miembro, contra posiciones empresariales que deben asumir el cambio e incluso contra los responsables de la publicidad (un dato: Las empresas gastan cada año 1,3 trillones de euros en comunicación comercial, y 600 billones en publicidad a escala mundial). Finalmente y de forma literal, transcribimos el texto de conclusiones que meridianamente arroja luz sobre los siguientes pasos que a nivel global todos, necesariamente, deberíamos de ir dando:
El presente informe aspira a una nueva etapa caracterizada por un mercado único en la que todos los productos y servicios sean socialmente justos y respetuosos con el medio ambiente: un mercado con una economía circular y resiliente, en el que los consumidores puedan comprar productos y servicios seguros, accesibles, mediante decisiones informadas, y los productores más éticos puedan recoger los beneficios del mercado independientemente de sus dimensiones o de su presupuesto inicial. Deseamos devolver el poder al consumidor y a las empresas europeas éticas para defender un mundo que deseamos desde el punto de vista social y ecológico.